En Colombia, el 25 de marzo se instaló una cuarentena nacional debido a la pandemia de la Corona. Pocos días antes, varias organizaciones no gubernamentales y comunitarias ya habían publicado una declaratoria con una alerta temprana a la alcaldía de Medellín – la segunda ciudad más grande de Colombia, premiada varias veces por su innovadora política urbana. En ese declaratoria, pidieron que se prestara especial atención a las personas que vivían en asentamientos informales y zonas periféricas: Las desigualdades existentes y las diversas formas de discriminación se exacerban debido a la creciente precarización de la informalidad a través de las medidas preventivas actuales. Los residentes de los barrios marginales se ven privados de los modos de sustento que han generado de forma independiente. Las intersecciones de las opresiones exponen a esas personas a riesgos mortales. Se necesita urgentemente un ingreso básico y protección de la salud.
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La paz territorial en Colombia: No es sólo una cuestión rural
En el marco de las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla FARC-EP, que culminaron en un histórico acuerdo de paz a finales de 2016, la dimensión territorial del conflicto violento fue conceptualizada por primera vez como un problema central. Desde entonces, en Colombia se ha hablado del desafío de establecer una paz territorial. La idea básica es que la paz debe construirse desde abajo, en espacios locales concretos, y en procesos participativos. En este contexto, el concepto de paz territorial genera una serie de interrogantes. Este artículo analiza un punto ciego central: la importancia de las áreas metropolitanas en los que se encuentran numerosas víctimas del conflicto y que hasta ahora han recibido poca atención en el debate sobre la paz territorial.
A punto de escalar: grupos indígenas se movilizan en contra del gobierno en Colombia
Desde el 10 de Marzo de 2019, grupos indígenas en el suroccidente Colombiano protestan. La actual radicalización de la Minga, demuestra no solamente la negligencia del gobierno y los temores de seguridad, sino que representa también un síntoma de los reclamos entre los grupos marginalizados: La Minga se convirtió rápidamente en un extenso movimiento con vías bloqueadas, en especial la vía Panamericana, con más de 20.000 personas involucradas y confrontaciones violentas con las fuerzas de seguridad nacional en los bloqueos. Esta movilización social en el medio de un conflicto violento con grupos armados está a punto de escalar violentamente, pero también ofrece una ventana de posibilidad para hacer presión al gobierno frente a nuevas reformas.
De regreso a la guerra en Colombia
El pasado 17 de enero, un atentado del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en la Escuela de Policía General Santander en Bogotá, resultó en 21 muertos y más de 70 heridos. Más allá del número de víctimas, el ataque se destaca por ser una acción sin precedentes contra una instalación bien protegida en el corazón de la capital colombiana. Ante este ataque el gobierno dió fin definitivo a las vacilantes negociaciones de paz entre el ELN y el gobierno colombiano que se habían estancado en Cuba.